Teorías que explican conductas suicidas

Carolina Hausmann-Stabile, Ph.D., Bryn Mawr College

(publicado por primera vez el 1 febrero de 2019)

Mientras lee estas líneas, hay niños y adolescentes en los Estados Unidos y en todo el mundo que están pensando, intentando, o muriendo por el suicidio. Durante décadas, las personas que estudian el suicidio, llamadas suicidólogos, han tratado de entender por qué algunas personas que quieren morir nunca intentan suicidarse, por qué otras actúan sobre sus pensamientos suicidas, y por qué la mayoría de las personas no piensan ni intentan suicidarse.

Emile Durkheim inauguró el estudio moderno de suicidología con su libro “El Suicidio” en 1897. Escribió que "hay dos tipos de causas extra-sociales a las que, a priori, se les puede atribuir influencia en la tasa de suicidios; estas son las disposiciones psíquicas y orgánicas, y la naturaleza del entorno físico". Aunque muchos suicidólogos tal vez no conocen muy bien el trabajo de Durkheim, el estudio moderno del suicidio ha seguido las ideas seminales de Durkheim. Específicamente, los suicidólogos investigan las causas de la conducta suicida, explorando la interacción entre las dimensiones sociales (por ejemplo, las normas culturales) y extra-sociales (la psicología individual y las características del ambiente externo). Llamamos a estas explicaciones “teorías”. Las teorías sugieren qué enfoques, variables, y explicaciones se deben estudiar. Al mismo tiempo, los resultados de la investigación nos ayudan a evaluar las teorías.

Dependiendo de su enfoque, las explicaciones en suicidología pueden organizarse en tres líneas: las teorías del riesgo suicida, las teorías de la mente suicida [por ejemplo, la Teoría Interpersonal del Suicidio (Interpersonal Theory of Suicide) o el Modelo Integrado Motivacional-Volitivo (Integrated Motivational-Volitional Model)], y las teorías de contextos suicidas [como El Modelo de Desarrollo Ecológico de los Intentos de Suicidio (Eco-developmental Model of Suicide Attempts) y la Teoría y Modelo Cultural de Suicidio (Cultural Theory and Model of Suicide)].

Las teorías del riesgo dominan la investigación sobre el suicido. Inicialmente, los investigadores de riesgo se enfocaron en comprender cualitativamente la asociación entre las enfermedades mentales y las conductas suicidas. Por ejemplo, el artículo de John F. Oliven de 1951 "El riesgo de suicidio: su diagnóstico y evaluación” publicado en el New England Journal of Medicine, declaró que "el suicidio es una reacción común a trastornos mentales de muchos tipos". Sin embargo, a partir de la década de los 70, y paralelamente a la mayor disponibilidad de datos epidemiológicos y conductuales cuantitativos, se expandió el enfoque de las teorías sobre el riesgo suicida y sus métodos cambiaron. Lo que había comenzado como un vínculo cualitativo entre el riesgo de comportamiento suicida y la psicopatología, se transformó en la cuantificación de los efectos dañinos o protectores de las características individuales, las experiencias y los factores contextuales.

A pesar de que se han hecho importantes descubrimientos desde las teorías sobre el riesgo suicida, todavía queda mucho por estudiar. El problema más importante con los modelos de riesgo es que dependen casi completamente de métodos estadísticos que nos dicen si algunas variables están relacionados con el comportamiento suicida, pero no nos dicen si esas variables causan el comportamiento suicida. Por lo tanto, no proveen explicaciones causales.

Otra gran preocupación con los modelos de riesgo para los suicidólogos interesados ​​en los jóvenes de minorías es que la mayoría de los estudios no abordan los errores de medición y los problemas de muestreo. Esto es muy problemático en la investigación del suicidio porque hay que tener en cuenta otras variables, como cuestiones de desarrollo y culturales, sólo por enumerar algunas. Los estudios que no incluyen suficientes minorías en sus muestras y que no son sensibles a los temas que les importan a esas minorías, limitan lo que podemos entender acerca de cómo predecir y prevenir las conductas suicidas. Además, la mayoría de los modelos de riesgo no nos dicen cómo las complejidades de las experiencias de los jóvenes minoritarios puede resultar una acumulación del riesgo.

Añadido a estos problemas, en los últimos 23 años, los investigadores de riesgo que reciben fondos federales no han podido examinar cuanto contribuye la presencia de las armas de fuego al riesgo de suicidio. Esto se debe a que, en el 1996, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la enmienda Dickey, que prohibía al CDC utilizar fondos federales para "defender o promover el control de armas". Es imposible evaluar completamente cómo esta enmienda ha afectado a la investigación del suicidio, especialmente dado que el método más común de suicidio en los Estados Unidos es por armas de fuego. Además, al no incluir las variables relacionadas con armas de fuego en los modelos de riesgo y de protección, puede que los investigadores hayan aumentado o minimizado el papel de otros factores, lo que puede influir en los resultados de las investigaciones.

En general, las teorías sobre el riesgo suicida nos han alertado sobre qué grupos de personas son vulnerables al comportamiento suicida, pero no nos han ayudado a predecir con precisión qué personas específicas pensarán, intentarán, o morirán por suicidio.

Las teorías de la mente suicida ofrecen un modelo alternativo para explicar las conductas suicidas. Al igual que el cambio descrito en la investigación del riesgo de suicidio, las teorías sobre la mente suicida evolucionaron desde unir exclusivamente el suicidio a la psicopatología a tratar más recientemente de comprender el papel desempeñado por las emociones y experiencias universales en el comportamiento suicida de las personas. Hoy en día, la teoría dominante de la mente suicida es la Teoría Interpersonal del Suicidio (Interpersonal Theory of Suicide; IPTS). En este modelo, el comportamiento suicida surge en la combinación del deseo de una persona de morir por suicidio y de la capacidad de cumplir ese deseo. El deseo de morir surge de dos estados psicológicos: "percepción de la carga" (para otros) y "pertenencia frustrada" (de otros). Para actuar sobre el deseo de suicidio, la IPTS sugiere que las personas también deben adquirir la capacidad de suicidarse. Esta capacidad se adquiere a través de la exposición repetida a experiencias (por ejemplo, violencia) que insensibilizan al dolor y reducen el miedo a la muerte.

La IPTS une la literatura sobre trauma y violencia ("experiencias de vida dolorosas y provocativas"), a la que se hace referencia en este modelo como "capacidad adquirida" y comportamiento suicida. Sin embardo, hay varios problemas con la IPTS, como sus vacíos lógicos. Por ejemplo, la IPTS no explica cómo las personas pueden experimentar ser una carga para los demás a la vez que se sienten desconectados de los demás. Además, dado que la exposición al trauma y la violencia son tan frecuentes, necesitamos más concreción acerca de cuándo y en qué dosis la exposición al trauma y la violencia conducen al suicidio.

Al igual que con los modelos de riesgo, las teorías de la mente suicida como la IPTS no pueden predecir con eficacia cómo, cuándo, y por qué las personas suicidas pasan de querer morir a intentar y/o morir por suicidio. En general, estas teorías describen un conjunto de condiciones previas, en el caso de la IPTS, el deseo de morir y la exposición al trauma y la violencia, las cuales se pueden identificar en muchas personas, la mayoría de las cuales nunca morirán por suicidio.

Las teorías del contexto suicida conceptualizan la aparición de conductas suicidas dentro de modelos ecológicos. Los modelos ecológicos proponen un marco para estudiar las interrelaciones dinámicas entre diversos factores individuales y ambientales y las conductas suicidas. En general, los modelos contextuales lidian con problemas de cambio y diversidad dentro de contextos específicos (por ejemplo, cambio socialdiversidad cultural) mientras se mantienen alejados de explicaciones enraizadas en la psicopatología.

Una de las teorías más conocidas sobre contextos suicidas es la teoría de Zayas sobre las Latinas que intentan suicidarse (Eco-developmental Model of Latina Suicide Attempts). (Aviso de responsabilidad: he participado en investigaciones que promueven esta teoría). Este modelo sugiere que los comportamientos suicidas en las adolescentes Latinas resultan de la combinación de factores socioculturales (ej., las normas de crianza de las hembras), familiares (ej., el conflicto), y del desarrollo (ej., autonomía del adolescente).

Los modelos ecológicos ponen una atención muy necesaria en los factores contextuales que configuran las conductas suicidas. Sin embargo, estos modelos no tienen la especificidad conceptual suficiente para predecir qué individuos pensarán, intentarán, o morirán por suicidio. Debido a eso, las teorías contextuales no pueden responder a por qué ciertos individuos que crecen en contextos similares (por ejemplo, los que están experimentando un rápido cambio cultural) piensan, intentan, o mueren por suicidio, mientras que otros no lo hacen.

En resumen, el estudio sobre las conductas suicidas ha crecido desde la publicación seminal de Durkheim en 1897. Sabemos que las conductas suicidas surgen de interacciones complejas entre las características de las personas, sus experiencias de vida, y el contexto sociocultural en el que viven. Sin embargo, después de 122 años de investigación, seguimos sin tener teorías que puedan predecir con precisión quién morirá por suicidio y quién vivirá libre de conductas suicidas.

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